Una de las cosas que más me gustan del verano es que los días son más largos y da la sensación que el tiempo pasa más lento. Es como si el calor ralentizara el reloj y los biorritmos se adaptaran a un tempo más pausado que el del resto del año.
Además, somos muchos los que podemos disfrutar de unos merecidos días de descanso durante el verano que nos ayudan a romper con la rutina, ya sea desplazándonos de nuestro entorno habitual, descansando del trabajo o haciendo otras actividades diferentes a las del día a día.
Sea cual sea tu plan de vacaciones, en algunas ocasiones no está de más recordar que las vacaciones son un período de descanso, algo que nuestro cuerpo y mente necesitan para desactivar las situaciones de tensión y estrés a las que están sometidos habitualmente.
Se trata, en términos científicos, de desactivar el sistema nervioso simpático y activar el sistema parasimpático. Estos dos sistemas se encuentran en la parte del sistema nervioso que controla las acciones involuntarias de nuestro organismo como la respiración, la sudoración, la exitación, la digestión, etc.
Al contrario de lo que pudiera sonar por su nombre, el sistema simpático interviene en la respuesta de estrés hormonal. Aumenta la vigilancia y la activación general, movilizando la respuesta del cuerpo ante situaciones en la que interpretamos que debemos reaccionar “huyendo” o “luchando”. En estos casos, el sistema simpático es el responsable del aumento de la frecuencia de latidos del corazón o la dilatación de las pupilas, entre otras activaciones.
Por su parte, el sistema parasimpático lleva a cabo funciones que promueven el crecimiento y el almacenamiento de energía, siendo el responsable de la regulación de órganos internos del descanso, como la digestión y el sueño y permitiendo recargar y reparar nuestros tejidos.
Es decir, estos dos sistemas, complementarios entre sí, son lo que equivaldría a un acelerador y a un freno de nuestro organismo. Los períodos de vacaciones son un buena oportunidad para enfocarnos conscientemente en aquellas acciones que nos ayuden a activar la acción de nuestro sistema parasimpático, favoreciendo las funciones asociadas a éste y que inciden en una mejora del bienestar físico y emocional.
Así que, si eres de los que en vacaciones se patea una ciudad entera en dos días, de los que se llena la agenda de cenas y eventos sociales o de los que se pone el despertador para plantar la sombrilla en primera línea, te dejo mis tres recomendaciones para que le des un respiro a tu cuerpo y tus neuronas.
Duerme, lee, playea
Duerme: el sueño es reparador y necesario para nuestro organismo. Un buen descanso favorece la memoria, la creatividad, la buena salud y hasta la pérdida de peso. Los beneficios del descanso nocturno son muchos y han sido ampliamente estudiados en los últimos años.
Además, durante el verano, el aumento de horas de luz provoca un mayor cansancio y hace más habituales y necesarias las típicas siestas. Según un estudio de la Nasa publicado en 2011, la siesta perfecta debe durar exactamente 25,8 minutos… No sé si a vosotros os pasa, pero yo si me pongo el despertador a la hora de la siesta no consigo dormirme, así que apuesto por la siesta libre y que sea lo que el cuerpo quiera…
Lee: la lectura favorece la concentración y las conexiones neuronales así como la empatía, al generar estados en los que uno se siente identificado con las historias que lee. Puedes elegir entre leer una revista o llevarte una trilogía en la maleta, pero aprovecha el verano para encontrar momentos de lectura que te permitirán sumergirte en un mundo paralelo y conectar con tu imaginación y creatividad.
Playea: quizás no seas amante de la arena y la colchoneta, pero la playa te ofrece otras posibilidades que van más allá de dorarte al sol, como practicar deportes en grupo o pasear tranquilamente a primera o última hora del día. Y es que el sol también tiene múltiples beneficios que vale la pena tener en cuenta. Equilibra el colesterol, disminuye la presión sanguínea y, además, estimula la producción de vitamina D, cuyo principal papel es la absorción de calcio en los huesos. Por tanto, cada vez que tomas el sol estás fortaleciendo tu sistema óseo.
En verano, la playa se presenta como la mejor opción para coger un moreno sano. Y, en caso de que no tengas una playa a mano, montañea o simplemente pasea bajo el sol! Respirar aire puro y tomar algunos rayos de sol son dos actividades energizantes para nuestra salud que además son gratis!
¿Te apuntas?