Con el ritmo que llevamos hoy en día, a muchos se nos va de la cabeza cualquier tarea que tengamos programada y, a la que te despistas, te das cuenta de que no has ido a comprar aquel ingrediente esencial para la cena, no has hecho la llamada urgente del trabajo que te ha delegado el jefe, hace dos meses que no te pones tu chaqueta preferida porque aún no has ido a recogerla de la tintorería o has mandado a tu hijo al colegio sin la prenda de carnaval que te pidió la profesora…Que levante la mano quien no haya vivido un pseudo-drama de este tipo con los mini efectos de culpabilidad y ansiedad que conlleva.
Y es que no, por mucho que lo deseemos aún no se ha inventado la fórmula para que el día dure 48 horas, ni se ha conseguido encontrar un sistema de teletransporte, aunque estoy casi convencida de que esto último llegará más pronto que tarde…
Mientras tanto, una solución a tanto olvido provocado por la actividad multitarea a la que estamos sometidos hoy en día son… ¡las listas!. Sí, ese trozo de papel de toda la vida que ahora puedes tener también en versión móvil o en tu Ipad, pero que no deja de ser lo que tu madre y tu abuela hacían antes de ir al supermercado para abastecerse con lo necesario para toda la semana. Pues resulta que ahora esa es la mejor idea que puedes copiar para gestionar tu día a día sin olvidarte de algo sustancialmente importante.
Los psicólogos recomiendan hacer listas para ordenar y planificar las tareas pendientes. De hecho, creo que cuando haces una lista, casi siempre te aparece una tarea que estás evitando hacer o que ni siquiera te acordabas que tenías pendiente. La apuntas y… ¡a ver qué pasa!…Puede que acabes el día o la semana tachándola cuando revises tu lista o puede que, como me ha pasado alguna que otra vez, arrastres una tarea más de seis meses copiándola de una lista a otra y sin la mínima intención de empezar a hacerla.
Pues bien, mi consejo es que sigáis la recomendación de los expertos y hagáis listas, muchas listas: la de cosas urgentes a hacer, la lista de la compra, la lista de prendas a comprar en rebajas, la lista de actividades o proyectos que te gustaría poner en marcha, la lista de llamadas pendientes, la lista de restaurantes que quieres probar y, como no, la lista de lugares que quieres visitar.
Y justo después de hacerlas, te invito a que no las cumplas ni persigas una a una las tareas allí apuntadas. Una vez tengas controlado lo que debes hacer, seas consciente de ello y, a menos que en tus listas haya algo que realmente sea cuestión de vida o muerte, lo mejor es introducir un elemento que te permitirá hacer las tareas de la lista aprovechando el mejor momento: la flexibilidad.
¿De qué se trata? En primer lugar, de percatarte de cómo evoluciona tu entorno, el contexto en el que te estás moviendo y en el que tienes tareas pendientes anotadas, ya sea tu día a día, tu trabajo, tu entorno familiar o tu tiempo para tí. Y, en segundo lugar, de adaptarte a las circunstancias para poder hacer lo que es óptimo en cada momento. Por ejemplo, si en tu lista del día tienes que ir al supermercado a llenar la nevera pero resulta que empieza a diluviar, plantéate por un día pedir comida a domicilio aunque no estuviera entre tus planes iniciales y dedica ese tiempo a hacer otra tarea que puedas realizar productivamente sin problemas. Quizás no conseguirás borrar la tarea de la lista, pero habrás invertido el tiempo en otra cosa que en ese momento era más rentable en términos de tiempo.
Y es que, la flexibilidad, junto con un poco de orden y priorización de tareas, nos permite gestionar nuestro día a día mejor que ninguna de las listas que podamos hacer. Sólo hace falta creer y practicar nuestra capacidad de adaptarnos a los pequeños cambios que nos sobrevienen en un día cualquiera, sin dejarnos arrastrar por la frustración de no tenerlo todo controlado o de no poder alcanzar los objetivos en el tiempo que deseábamos. Porque muchas veces, nos pedimos más de lo que podemos hacer, hacemos listas que no se las haríamos cumplir ni a nuestro peor enemigo o nos olvidamos de que aún no existe el teletransporte…
Por tanto, mi recomendación sobre este tema es la siguiente: listas sí, ¡pero flexibles!
¿Qué opináis vosotr@? ¿Sois de los que cumplís las listas al dedillo o improvisáis sobre la marcha?